Lo que importa
Quizá esté demasiado preocupado por salir de esta situación de agobio de la que nadie se siente a salvo. No puedo soportar tanta información. Y por si fuera poco, mientras intentamos sacar la cabeza poco a poco en este letargo, el mundo sigue su curso de injusticias y desastres sociales como los que están ocurriendo en estos días en Estados Unidos.
He tenido la suerte de vivir 3 años en New York, digo suerte porque cualquier salida de tu círculo de confort de más de 2.000 km es todo una aventura. Pero en mi caso las circunstancias fueron de fuerza mayor y amor incondicional por mi girlfriend lo cual me permitió sumergirme por completo en la sociedad americana. Cuando visitas el país por primera vez no dejas de captar imagenes que crees haber vivido y que no son más que escenas de todas las películas que has visto rodadas en Central Park o por las bulliciosas calles de cualquier barrio de Queens.
Como español, cuando llegas allí tu opinión sobre el problema racial es bastante neutra, incluso te crees que no existe tal problema y que la comunidad afroamericana ya hace mucho tiempo que se integró en la sociedad. Porque yo creía que si las estrellas de la NBA y los héroes de Hollywood eran negros todo estaba bien, todos tenían las mismas posibilidades en ese país. Y por supuesto que todo marcha bien cuando el país de las oportunidades y la libertad tiene durante 8 años al mejor presidente del mundo, a Barak Obama.
Pues no. Aquí se nos escapa algo. El racismo no había muerto, sólo estaba maquillado y ha vuelto a resurgir cuando un tipo indeseable y temerario desafía a la gente y hace tambalear sus vidas, la democracia y la convivencia de la sociedad americana. Alguien que no critica duramente el maltrato a una comunidad, que alienta a los violentos en vez de tener palabras conciliadoras y sigue respaldando a los blancos como víctimas en vez de adentrarse en la raíz del problema y abrir los ojos a la realidad… ese no merece ser la persona que gobierne a millones de ciudadanos, no merece ser ejemplo para nadie, debe marcharse avergonzado por sus palabras groseras y su discurso vacío. Y después de mucho tiempo cuando hayamos olvidado su cara y sus discursos, debe volver y pedir perdón a la humanidad por el daño causado.
Me duele ver lo que está pasando en el país que me acogió por unos años y solo me consuela que la sensatez de los que no gobiernan nos empuje hacia un verdadero cambio social, que se contagie la empatía y nos lleve hacia la verdadera libertad.